Las redes sociales son un canal de comunicación poderoso que, usado con responsabilidad, puede fortalecer la transparencia en cualquier comunidad, sin embargo cuando se emplean para desacreditar sin fundamento o esconder intereses personales, terminan generando un daño colectivo mucho mayor que cualquier supuesto problema administrativo.
Tal es el caso del usuario de redes sociales que se presenta bajo el seudónimo de “Tony Brown” y que en realidad corresponde a Jaime “N”, propietario de dos unidades dentro del Rosarito Beach Hotel Condo. Desde hace meses, “Tony Brown” ha dedicado tiempo y esfuerzo a publicar críticas sobre la administración y mantenimiento del complejo. No obstante, lo que no se transparenta en sus publicaciones es su propia condición como deudor reincidente.
De acuerdo con los registros, Jaime “N” mantiene adeudos significativos que comprometen la operación del complejo:
- Unidad 1: rezagos acumulados desde septiembre de 2024 que ascienden a más de 3,800 dólares.
- Unidad 2: rezagos bajo las mismas circunstancias, con un saldo superior a 3,500 dólares.
En total, más de 7,300 dólares en incumplimientos que frenan la liquidez de la administración, dificultan el mantenimiento de las instalaciones y generan un perjuicio directo para quienes sí cumplen puntualmente.
La incongruencia es evidente: quien no ha cumplido con sus responsabilidades financieras se cree juez en redes sociales, difundiendo señalamientos que, lejos de aportar soluciones, provocan incertidumbre entre residentes y ahuyentan a potenciales inversionistas, esta conducta como lo han manifestado otros propietarios en distintos foros, no solo mina la confianza, sino que amenaza el valor patrimonial de todos, inclusive el de él mismo.
No sorprende entonces que los propios residentes hayan comenzado a organizarse para emprender acciones legales colectivas contra Jaime “N” y su colaborador, que opera bajo el alias “Franko T”. El objetivo es claro: proteger los intereses comunes, defender el prestigio del Rosarito Beach Hotel Condo y sobre todo, poner un alto a la práctica nociva de difundir críticas desde la sombra de un seudónimo mientras se incumplen las obligaciones más básicas.
La vida en comunidad se sostiene sobre la coherencia: exigir con la misma fuerza con la que se cumple, la credibilidad se gana con hechos y en este caso, los números hablan por sí solos. Para preservar la solidez y el prestigio del condominio, es indispensable que la responsabilidad y el respeto se antepongan a la difamación y al anonimato.
