En días recientes, la atención pública se centró en el Hospital General de Mexicali tras la colocación de una manta que generó gran revuelo. Ante ello, la gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila Olmeda, acompañada del secretario de Salud estatal, José Adrián Medina Amarillas, aseguró que el abasto de insumos médicos en la entidad está garantizado y que se trabaja con firmeza para mantenerlo.
En su mensaje, la mandataria reconoció que algunos proveedores no han cumplido con entregas en tiempo y forma, pero destacó que este mismo tema se revisará en reuniones puntuales para evitar rezagos. Asimismo, informó que actualmente se cuenta con más del 90% de claves oncológicas cubiertas y alrededor del 80% del resto de insumos, cifras que reflejan un avance importante en comparación con otros periodos.
Sin embargo, mientras el discurso oficial transmite serenidad y confianza, en redes sociales muchos ciudadanos han compartido fotografías, testimonios y comentarios que muestran una percepción distinta: salas con carencias específicas, pacientes que esperan más de lo debido o familiares que señalan la falta de ciertos medicamentos. Estas voces, difundidas con rapidez en el entorno digital, contrastan con la versión institucional y subrayan que aún existen retos por superar.
Lejos de interpretarse como una contradicción irreconciliable, este contraste puede entenderse como un llamado a la reflexión. Por un lado, la administración estatal busca destacar los avances y cifras positivas que respaldan su labor; por otro, la ciudadanía recuerda la importancia de atender con sensibilidad cada experiencia cotidiana. Ambas perspectivas, aunque diferentes, tienen un punto en común: el deseo de que los hospitales funcionen de manera plena y que los pacientes reciban atención digna y oportuna.
Lo relevante de este episodio es que abre la oportunidad de fortalecer la comunicación entre autoridades y sociedad. La transparencia en reconocer lo alcanzado, junto con la apertura a escuchar las inquietudes de la población, son pasos que pueden convertir la crítica en una herramienta constructiva para mejorar los servicios.
En definitiva, lo ocurrido en Mexicali nos recuerda que la salud pública no solo se mide en porcentajes de cobertura, sino también en la confianza de los ciudadanos al acudir a un hospital. El reto de la administración es seguir construyendo esa confianza, atendiendo tanto lo que indican las cifras oficiales como lo que expresan las voces de la gente. Solo así se logrará el equilibrio entre la planificación institucional y la experiencia ciudadana, en beneficio de todas y todos los bajacalifornianos.