En el corazón de la ciudad florece un espacio que demuestra cómo la inclusión puede convertirse en un motor de convivencia y esperanza. Seña Casa Café no es solo una cafetería: es un proyecto social que abre sus puertas para que la comunidad sorda encuentre oportunidades laborales, un entorno accesible y, sobre todo, un lugar donde la lengua de señas tiene un papel central.
El impulso de esta iniciativa proviene de Misael López, uno de sus fundadores, quien imaginó un punto de encuentro en el que cada persona, sin importar su condición auditiva, pudiera disfrutar del aroma del café en un ambiente de respeto y cercanía. “Queremos dejar una huella positiva, ser un puente de comunicación y mostrar que la inclusión es posible en la vida diaria”, comparte.
Con entusiasmo, explica que el equipo de trabajo se ha propuesto aprender la Lengua de Señas Mexicana (LSM). Gracias a este esfuerzo, la interacción con clientes sordos o con discapacidad auditiva fluye con naturalidad, generando confianza y mostrando que la barrera de la comunicación puede derribarse con voluntad y preparación.
La propuesta va más allá del servicio. Cada sábado, Seña Casa Café abre un espacio de formación en LSM con la guía de un instructor sordo-hipoacúsico. Estos talleres no solo enseñan un idioma, también fomentan la empatía y el entendimiento mutuo entre comunidades. El curso, abierto a todo público, es una invitación a quienes desean aprender y sumar a una cultura más incluyente.
“Es un privilegio aprender directamente de alguien que vive esta experiencia y que nos brinda herramientas para comunicarnos mejor”, señala López, convencido de que la enseñanza cobra mayor sentido cuando se basa en la vivencia personal.
Hoy, Seña Casa Café se distingue por ser pionero en la ciudad. Aunque aún no existen proyectos similares, su fundador confía en que este ejemplo inspire a más comercios a integrarse en una red de iniciativas que promuevan el respeto y la igualdad de oportunidades.
En cada taza servida se refuerza una idea luminosa: la inclusión no es un concepto abstracto, sino una práctica diaria que puede construirse en los lugares más sencillos. Allí, entre aromas y sonrisas, Seña Casa Café demuestra que la convivencia es más plena cuando todas las voces y todas las señas son escuchadas.