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“Senadores con sueldazo… ¡y cero vergüenza republicana!”

En México algunos “para servir al pueblo” terminan por servirse del pueblo.

Mientras la gente se aprieta el cinturón, echa mano del “tres por uno” para la despensa o le mete horas extra para tapar un hueco, los senadores deciden que “austeridad” es un grá­fico bonito en redes. Según el diario oficial de la federación, acaban de autorizarse un salario bruto de $131,700 pesos mensuales, que tras impuestos podría dejarles unos 100 mil limpios y eso sin contar bonos, dietas, viáticos, compensaciones extrañas.

¿En qué consiste su trabajo? Subirse a la tribuna, levantar la mano, “discutir” leyes que a veces ni conocen del todo y proclamarse defensores del pueblo mientras las decisiones relevantes las siguen tomando otros. Comparar eso con la rutina del ciudadano que madruga, se sube al transporte saturado y regresa a casa exhausto no es exagerado: es real.

A propósito: mientras esto ocurre, captaron al senador Adán Augusto López Hernández viendo un partido de fútbol durante una comparecencia oficial, sentado en su curul, en lugar de concentrarse en el informe o responder preguntas, prefirió distraerse con el Barça vs PSG, un recordatorio visual de que, para muchos, “estado” y “espectáculo” van de la mano.  

Esto no es una lente dramática: es la administración del poder como si fuera un club privado, se habla de austeridad para los programas sociales, recortes para las áreas vulnerables, pero cuando se trata de sus propios cheques, los senadores redondean con generosidad. Uno esperaría al menos decencia, moderación, un gesto simbólico de congruencia, pero no: el aumento llega en plena época de inflación, con la crisis social latente, y sin que se les pida rendir cuentas.

Así funciona el pacto tácito entre política y privilegio: mientras tú rascas recursos, ellos doblan su ingreso oficial y siguen acumulando beneficios disfrazados, que si “compensaciones”, que si “gastos inherentes”, que si “inversión legislativa”: excusas para camuflar salarios exorbitantes detrás de siglas respetables.

Para que quede claro: no es mandar ricos al poder, sino obligar a que el poder deje de comportarse como si fuera coto cerrado. La austeridad republicana no es un invento (aunque les guste presentarla como excusa electoral): es una obligación ética en tiempos donde la desigualdad se ahoga.

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