En un mundo donde los mercados enfrentan crecientes desafíos, la inteligencia artificial (IA) se perfila como una herramienta transformadora capaz de abrir nuevas rutas para el comercio internacional, un reciente informe de la Organización Mundial del Comercio (OMC) estima que, hacia 2040, el intercambio global de bienes y servicios podría expandirse entre un 34% y un 40% gracias a la aplicación de estas tecnologías.
La proyección es alentadora: además de dinamizar el comercio, la IA podría contribuir a un aumento del 12% al 13% en el PIB mundial, impulsando así un ciclo de prosperidad compartida, este crecimiento se sustenta en la reducción de costos logísticos, regulatorios y de comunicación, factores que históricamente han limitado la competitividad de empresas, en especial de aquellas más pequeñas. Soluciones como la traducción automática en tiempo real, la gestión inteligente de cadenas de suministro y el análisis predictivo permitirán a productores locales acceder con mayor facilidad a mercados internacionales, fortaleciendo su presencia en la economía global.
Para los países de menor ingreso, el informe abre una ventana de oportunidad: sus exportaciones podrían crecer hasta en un 11% si logran consolidar una infraestructura digital adecuada, este dato refleja cómo la innovación tecnológica, cuando se acompaña de políticas inclusivas y programas de capacitación, puede convertirse en un motor de desarrollo más equitativo y sostenible.
No obstante, la OMC subraya la importancia de una transición responsable. La directora general Ngozi Okonjo-Iweala recordó que la IA también plantea retos en el mercado laboral, con la transformación de algunos empleos y el surgimiento de otros, de ahí la necesidad de invertir en educación, formación continua y redes de protección social, para que los beneficios de esta revolución tecnológica lleguen a todos los sectores de la sociedad.
En un entorno comercial marcado por tensiones y ajustes, la IA aparece como un faro de esperanza que invita a gobiernos y empresas a trabajar en conjunto. Más que una herramienta tecnológica, se proyecta como un puente que puede acortar distancias, reducir desigualdades y multiplicar oportunidades. El reto está en construir, desde hoy, las bases de un comercio más inclusivo, previsible y sustentable.