MEXICALI .-Qué importa que los hospitales sigan sin medicinas, que los maestros reclamen salarios atrasados, que los niños se intoxicaran con desayunos escolares o que el gobierno haya tardado días en reaccionar ante el brote de Coxsackie. Lo relevante, según la narrativa oficial, es que ahora tenemos “Mi Primera Licencia Joven”, un programa que promete capacitar a jóvenes de 16 y 17 años para que obtengan su licencia gratuita y aprendan sobre “prevención de accidentes”.
El anuncio suena a modernidad, a innovación, a juventud empoderada. Pero en el contexto actual, el contraste es grotesco. Mientras el sistema de salud se derrumba y las escuelas públicas enfrentan carencias vergonzosas, la administración estatal presume una escuela de manejo como si fuera el gran logro de la gestión. Un gobierno que no puede garantizar medicamentos, ni maestros pagados, ahora quiere enseñar a manejar.
La gobernadora Marina del Pilar Ávila celebra el programa en redes sociales con la misma euforia con la que ignora los escándalos de su administración. El problema no es la licencia, sino las prioridades: un Estado que no puede atender una emergencia sanitaria, pero lanza un plan vial con fanfarrias, como si eso compensara el desorden.
La política de los reflectores sigue dictando el rumbo: fotos sonrientes, discursos vacíos y una lista interminable de promesas sin sustancia. No hay estrategia para la crisis educativa, ni para el colapso hospitalario, ni para la inseguridad. Pero eso sí, habrá jóvenes bien capacitados para manejar… entre baches y calles oscuras.
En Baja California, la simulación ya no sorprende. El gobierno no arregla los problemas, los distrae.
