CDMX.– La histórica bonanza petrolera que durante años sostuvo gran parte del gasto público mexicano ha llegado a su fin. En 2026, Petróleos Mexicanos (Pemex) requerirá una inyección directa de recursos de los ciudadanos para seguir operando, marcando un giro sin precedentes en la economía nacional.
De acuerdo con estimaciones del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), elaboradas con información de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y la Cuenta Pública, cada mexicano deberá aportar 230 pesos de sus impuestos para mantener a flote a la petrolera.
En contraste, hace menos de dos décadas Pemex era uno de los pilares financieros del país: en 2008, contribuía con más de 17 mil pesos por persona al presupuesto federal. Para 2024, esa cifra se desplomó a apenas 224 pesos, una caída del 98% en sus aportaciones.
El coordinador del Programa de Gasto Público y Rendición de Cuentas del CIEP, Jorge Cano, explicó que esta situación refleja una pérdida estructural en la capacidad del Estado para obtener ingresos propios:
“El gasto que antes provenía del petróleo hoy depende de los bolsillos de los contribuyentes. Esto implica menos recursos para salud, educación, seguridad y programas de apoyo social”.
La combinación de endeudamiento, baja producción, subsidios energéticos y deterioro financiero ha convertido a Pemex en una empresa dependiente del presupuesto federal. Analistas advierten que la situación compromete la estabilidad fiscal del país y limita el margen para invertir en desarrollo social.
Además, especialistas señalan que esta nueva dinámica podría modificar la relación política y económica del Estado mexicano, reduciendo su autonomía financiera y abriendo espacio a intereses privados y grupos de presión que busquen llenar el vacío dejado por la pérdida de ingresos petroleros.
El panorama, afirman, marca el fin de una era: Pemex pasó de ser el orgullo energético nacional a convertirse en un gasto sostenido por los contribuyentes.

