Hay políticos que prefieren esconder su inactividad bajo pretextos o informes cerrados al público. Otros, como Evangelina Moreno, deciden enfrentar la rendición de cuentas con la gente de frente y sin miedo. Este sábado, a las 9:00 de la mañana, la diputada local reunió a más de 3 mil asistentes en el estadio de los Zonkeys, en un evento que superó cualquier expectativa —y de paso, dejó en evidencia al alcalde Ismael Burgueño, quien intentó robarle reflectores… y terminó viendo cómo se le vaciaba la cancha.
Porque claro, en política las coincidencias no existen.
Justo a la misma hora en que Moreno rendía su informe, Burgueño organizó una Macro Jornada del Bienestar al otro lado de la ciudad. El movimiento olía más a estrategia que a servicio público: distraer la atención y minimizar el impacto del evento de la diputada. Pero el tiro le salió por la culata.
De acuerdo con sus propias redes, el alcalde apenas logró reunir 1,700 personas, a pesar de ofrecer servicios gratuitos, consultas, cortes de cabello y toda la estructura del Ayuntamiento trabajando a su favor. En contraste, Evangelina Moreno llenó gradas completas sin promesas, sin regalos y sin presupuesto institucional, solo con la fuerza de su trabajo legislativo y su conexión con la ciudadanía.
El evento de Moreno no solo fue masivo, también fue político en el mejor sentido: gente de a pie, líderes comunitarios, familias enteras y representantes sociales acudieron a escucharla rendir cuentas sin teleprompter ni guion ensayado. En tiempos donde muchos funcionarios ni se atreven a presentar un informe —“si no lo veo, no paso”, diría Shakira—, la diputada no solo cumplió con su obligación, sino que lo hizo en grande.
Mientras tanto, el alcalde Burgueño sigue atrapado en su propio libreto de propaganda: mesas de seguridad que no aseguran nada, jornadas de bienestar que parecen campañas y discursos reciclados que ya no convencen ni a sus seguidores. Hoy quedó claro que su narrativa de “unidad y resultados” se topó con la realidad… y con un estadio lleno.
Evangelina Moreno no solo rindió cuentas, dio una lección de liderazgo político: la confianza no se compra con programas municipales ni se impone desde el poder, se gana con trabajo y credibilidad.

