Playas de Rosarito, B.C., 22 de octubre de 2025.– Octubre ha vuelto a pintar de naranja los campos del Rancho El Carrizo, un rincón emblemático en Cañón Rosarito donde el aroma del cempasúchil anuncia la cercanía del Día de Muertos. Entre surcos dorados y el zumbido de las abejas, esta flor sagrada —símbolo del camino entre los vivos y los difuntos— se convierte cada año en el alma de una de las tradiciones más queridas de México.
Desde hace nueve años, el Rancho El Carrizo se ha consolidado como un punto de encuentro para familias, fotógrafos, turistas y amantes de la cultura mexicana. El paisaje, cubierto por miles de flores anaranjadas, ofrece un espectáculo visual que atrae a cientos de visitantes durante octubre.
“La flor de cempasúchil es tradicional, es una flor bien mexicana”, comenta con orgullo Jorge Luis Hinojo, encargado del campo, mientras recorre los surcos que ha cultivado con sus propias manos. “Cada año hay más demanda y más visitas; hemos ido creciendo poco a poco. Empezamos con tres onzas de semilla, y ahora ya sembramos diez”.
El incremento en la producción ha sido notable. En media hectárea, los trabajadores del rancho logran cosechar miles de flores que se distribuyen no solo en Rosarito, sino también en municipios vecinos, donde son utilizadas para decorar altares, cementerios y ofrendas.
Además de su valor simbólico, el rancho se ha transformado en un espacio turístico y familiar. Con un costo de entrada de 40 pesos, los visitantes pueden recorrer los campos, tomarse fotografías entre los pasillos de flores, disfrutar de elotes asados y adquirir productos artesanales y ramos frescos.
Uno de los visitantes, David Millán, relató su experiencia tras llegar por casualidad al sitio:
“Nos topamos con este lugar tan hermoso, lleno de flores típicamente mexicanas. Es muy relajante y muy bonito; vale totalmente la pena”.
El colorido del cempasúchil —considerado por los antiguos mexicas como el “sol que guía las almas”— contrasta con el azul del cielo y el verde de los cerros, creando una postal que celebra la vida y honra la memoria de quienes ya partieron.
El Rancho El Carrizo no solo cultiva flores: cultiva tradiciones, orgullo y esperanza. Cada pétalo anaranjado es un recordatorio de que la memoria florece cada otoño, iluminando con su resplandor el corazón de Baja California.

