Tijuana, B.C. — El Ayuntamiento de Tijuana lo volvió a hacer, con un timing digno de sátira política, el alcalde Ismael Burgueño Ruiz y su grupo de asesores decidieron que el mejor lugar para montar el escenario del concierto gratuito de Residente era nada menos que la Glorieta Independencia, mejor conocida como Las Tijeras, en plena Zona Río, el corazón financiero y vial de la ciudad.
Desde el jueves tempranito, cuadrillas comenzaron a instalar estructuras metálicas sobre los bulevares Sánchez Taboada, Independencia y Paseo de los Héroes, bloqueando el tránsito de miles de tijuanenses que solo querían llegar a su trabajo o regresar a casa sin morir en el intento.
Hoy desde muy tempranas horas, Google Maps ya no mostraba líneas rojas, sino marrones, el color reservado para describir lo indescriptible: tráfico completamente detenido.
El Ayuntamiento, con tono institucional y sin pizca de autocrítica, informó que los cierres “forman parte del operativo previo al concierto gratuito organizado por la Secretaría de Cultura de Baja California”.
Traducción: sabemos que vamos a colapsar la ciudad, pero no se preocupen, es por una buena causa.
Durante todo el día, los conductores se convirtieron en espectadores involuntarios del montaje del escenario. Claxon tras claxon, las quejas se multiplicaron. “¿No hay parques, estadios o explanadas?”, se preguntaban en redes. Pero no: en Tijuana, la cultura se vive con el motor encendido y el pie en el freno.
Lo irónico es que la ciudad lleva meses enfrentando problemas graves de movilidad, con baches eternos, obras inconclusas y calles saturadas. Aun así, la administración municipal pensó que lo más prudente era sumar otro motivo de embotellamiento… porque, ¿qué podría salir mal?
Mientras el alcalde presume en redes sociales que “la cultura une a los tijuanenses”, la realidad es que este viernes lo único que se unió fueron los carros pegados defensa con defensa.
Aunque el concierto promete ser un evento masivo, la verdadera hazaña de esta historia no será la música de Residente, sino ver cómo logran despejar el caos que ellos mismos provocaron.
Porque en Tijuana, si hay algo que el gobierno sabe organizar mejor que un evento cultural, es un buen atasco monumental.
