CDMX. —La desigualdad en el acceso a la seguridad dentro del propio gobierno federal volvió a quedar al descubierto esta semana. Mientras Andy López Beltrán, hijo del expresidente Andrés Manuel López Obrador, recuperó en tiempo récord sus escoltas tras quejarse por su retiro, el alcalde independiente de Uruapan, Carlos Manzo Rodríguez, fue asesinado sin recibir ni un solo refuerzo, pese a haber pedido apoyo ante amenazas del crimen organizado.
De acuerdo con una investigación publicada por Político MX, Andy López Beltrán hizo un “berrinche” por la decisión de retirarle el equipo de seguridad personal asignado por el gobierno, alegando que su labor política lo ponía en riesgo. Tras su reclamo, las autoridades federales restituyeron a los escoltas casi de inmediato.
Mientras tanto, a más de 400 kilómetros de distancia, Carlos Manzo —conocido popularmente como “El del Sombrero”— pedía ayuda pública y desesperada.
“No quiero ser uno más en la lista de ejecutados”, declaró semanas antes de ser asesinado en pleno Festival de Velas en Uruapan, donde convivía con familias y niños.
Manzo fue atacado por un grupo armado la noche del sábado. Murió tras recibir seis impactos de bala. Su cuerpo cayó frente a la misma plaza donde, hace un año, un periodista fue asesinado tras entrevistarlo.
El alcalde había solicitado respaldo federal en repetidas ocasiones, denunciando la operación simultánea de cinco cártelesen su municipio: CJNG, Los Viagras, Los Caballeros Templarios, Los Blancos de Troya y Pueblos Unidos.
El contraste resulta tan grotesco como doloroso: mientras un hijo del poder mueve la maquinaria del Estado para recuperar su comodidad, un servidor público muere abandonado a su suerte en una de las zonas más violentas del país.
En redes sociales, la indignación no tardó. Usuarios reprocharon el cinismo de la 4T, que parece tener dos tipos de ciudadanos: los “intocables” de apellido ilustre y los que sirven en municipios que apenas figuran en el mapa nacional.
El gobernador Alfredo Ramírez Bedolla informó que hay dos detenidos y un agresor abatido, pero la investigación avanza con el mismo guion de siempre: condolencias, promesas y olvido.
Porque en México, bajo la Cuarta Transformación, unos hacen berrinche y recuperan escoltas… otros hacen su trabajo y terminan en la morgue.

