Ciudad de México. —El asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo Rodríguez, sigue estremeciendo a Michoacán y a un país donde los servidores públicos locales son cada vez más vulnerables frente al crimen organizado. Pero lo que más indignó no fue solo la tragedia, sino la frialdad con la que el poder respondió.
La presidenta nacional de Morena, Luisa María Alcalde Luján, publicó en X (antes Twitter) un mensaje institucional que rápidamente generó controversia:
“En nuestro movimiento condenamos toda forma de violencia y lamentamos profundamente el asesinato del Presidente Municipal de Uruapan, Carlos Manzo.
Confiamos en el compromiso y profesionalismo de la Presidenta de México @ClaudiaShein, y del Gabinete de Seguridad para esclarecer los hechos.
Poco abonan los que utilizan estos dolorosos hechos para hacer politiquería.”
La publicación, de tono rígido y contenido genérico, despertó críticas por su falta de empatía y su reflejo del discurso oficial que se repite tras cada crimen: condena, confianza en las autoridades y advertencia contra “la politiquería”.
El mensaje contrasta brutalmente con la realidad que vivía el propio Carlos Manzo. El alcalde independiente había suplicado apoyo federal ante las amenazas del crimen organizado. En varios de sus discursos —hoy virales tras su muerte— advirtió que no quería convertirse en “uno más en la lista de ejecutados”, y así fue.
Sin embargo, desde el gobierno federal no hubo refuerzos, ni Guardia Nacional suficiente, ni respaldo político.
Solo después del ataque, llegaron las condolencias y promesas de justicia.
El contraste es doloroso: mientras en la Ciudad de México los dirigentes repiten frases de manual, en los municipios los alcaldes caen uno a uno, víctimas de un país donde el Estado ya no garantiza ni la vida de quienes lo representan.
La pregunta es inevitable: ¿cuántos más deberán morir antes de que el gobierno admita que la estrategia de seguridad no funciona?
Porque cuando el crimen manda y el poder solo tuitea, ya no hay Estado de derecho… hay Estado de resignación.

