Mexicali, B.C. .- El gobierno de Marina del Pilar Ávila Olmeda asegura que Baja California se convirtió en el primer estado del país en erradicar la pobreza extrema, un anuncio que suena más a discurso de campaña que a reflejo de la realidad que viven miles de familias bajacalifornianas.
“Como me comprometí hace un año, erradicar la pobreza extrema era mi objetivo. Hoy, Baja California es el estado sin pobreza extrema”, declaró la mandataria, atribuyendo el logro a programas como la Tarjeta Violeta, la pensión universal para adultos mayores y los desayunos escolares.
Sin embargo, el anuncio ha generado más dudas que aplausos. En las colonias periféricas de Tijuana, Mexicali y Ensenada, la pobreza no se mide con discursos ni estadísticas: se mide con refrigeradores vacíos, calles sin pavimento y familias que sobreviven con trabajos informales.
El CONEVAL, organismo encargado de medir la pobreza en México, no ha publicado ningún informe reciente que confirme oficialmente la “erradicación” de la pobreza extrema en Baja California. Por el contrario, los últimos datos disponibles reflejan mejoras moderadas, pero aún con miles de personas en situación de carencia alimentaria y sin acceso a servicios básicos.
La gobernadora celebró el anuncio como un “hito histórico”, pero lo cierto es que ni los precios del gas, ni el costo de la canasta básica, ni los servicios públicos reflejan el supuesto bienestar. El incremento en el costo de vida y la falta de vivienda digna siguen siendo heridas abiertas en la frontera más dinámica del país.
En redes sociales, ciudadanos reaccionaron con ironía:
“¿Y la pobreza extrema la erradicaron o solo la cambiaron de colonia?”, escribió un usuario.
Porque aunque el gobierno estatal insista en que “ya no hay pobreza extrema”, la realidad no se mide desde los informes, se mide desde las calles donde aún falta agua, empleo y oportunidades.
En Baja California, parece que la pobreza no desapareció…
solo dejó de contar en los números del discurso.
