La más reciente encuesta de Massive Caller confirma lo que muchos ya sospechaban: Morena sigue dominando la intención de voto en las principales ciudades de Baja California, en Tijuana, Mexicali y Ensenada, el partido guinda encabeza cómodamente las preferencias, aunque con una contradicción brutal: sus gobiernos locales cargan altos niveles de desgaste, especialmente en Tijuana, donde la idea de la reelección del alcalde provoca rechazo en dos de cada tres ciudadanos. Es decir, Morena gana en papel, pero no necesariamente con los rostros que hoy administran el desastre.
Del otro lado, la oposición se tambalea entre el desencanto y la resignación: el PAN aparece como segunda fuerza, pero a kilómetros de distancia de Morena, el partido azul insiste en aferrarse a las mismas figuras de siempre, sin arriesgar con liderazgos jóvenes que conecten con una ciudadanía harta de discursos reciclados. Si no rompen con el molde, en 2027 estarán condenados a ser comparsa de una alianza improvisada.
El PRI sobrevive a duras penas, flotando entre el 7 y el 10% de las preferencias, su problema no es solo la falta de candidatos fuertes, sino la incapacidad de convencer a una sociedad que ya lo jubiló hace años. Movimiento Ciudadano intenta aparecer como opción fresca, pero su crecimiento es tan lento que apenas sirve de moneda de cambio en la negociación de alianzas.
El futuro electoral, entonces, no depende de la popularidad inmediata de cada partido, sino de las alianzas que logren amarrar, PAN, PRI, PT y quizá MC podrían intentar un frente opositor para evitar la aplanadora guinda, aunque lo más probable es que se queden en un rejunte desesperado. Morena, por su parte, tiene siempre a la mano a sus aliados históricos: PT y PVEM, listos para firmar donde se les dé espacio, el costo político de esas alianzas, sin embargo, es altísimo, porque cada espacio cedido se traduce en excluir a cuadros nuevos, capaces y con futuro, sacrificados en el altar de la repartición de cuotas.
El 2027 se perfila menos como una competencia de proyectos y más como un mercado persa donde los partidos regatean posiciones. La ciudadanía, como siempre, es la última en ser consultada.