El alcalde Ismael Burgueño volvió a hacer lo que mejor le sale: posar para la foto, en su más reciente publicación en redes, compartió una imagen donde aparece “trabajando” en una Mesa de Seguridad, acompañado del escudo de Tijuana y un café con espuma perfectamente servida. Todo muy institucional, muy limpio, muy ajeno a la ciudad que gobierna.
“Continuamos trabajando en unidad para garantizar la tranquilidad de las y los tijuanenses”, escribió, ahí empezó la verdadera sesión: la de los ciudadanos, que lo bajaron de la nube a punta de comentarios.
“¿Cuál seguridad?”, “Tijuana es un cochinero”, “los municipales roban a los turistas”, “los alcoholímetros son negocio”, “mejor vete a recoger basura”, fueron solo algunas de las frases que llenaron la publicación, a diferencia de los informes del Ayuntamiento, esta sí fue una lluvia de participación ciudadana.
Mientras Burgueño habla de “unidad y responsabilidad”, Tijuana sufre asaltos en plena luz del día, homicidios nocturnos y una policía que parece más interesada en revisar carteras que en revisar patrullajes. El secretario de Seguridad, José Alejandro Avilés Amezcua, sigue apareciendo en los boletines con la misma serenidad con que desaparecen los resultados.
Es curioso: el gobierno municipal publica comunicados donde presume “acciones coordinadas”, pero en la práctica coordina puro desastre. Lo único que parece funcionar sin interrupciones es el protocolo de comunicación: foto, frase hueca y hashtag de unidad.
En la Tijuana real, los ciudadanos viven la inseguridad como rutina, en la Tijuana de Burgueño, basta con una mesa, una foto y una sonrisa para resolverlo todo. Si el alcalde escuchara los comentarios, entendería que no necesita más fotos de las mesas de seguridad, sino un poco de vergüenza institucional y acciones contundentes, que den resultados.
