Rosarito BC.-En México, cada estación del año nos ofrece una oportunidad para celebrar la vida a través de nuestras tradiciones. Aún no llegamos al Día de Muertos y ya se siente en el aire la expectativa por esos desfiles espectaculares, llenos de catrinas y catrines que, con sus colores y creatividad, nos invitan a revivir el legado cultural que distingue a nuestro país. Estas manifestaciones artísticas no solo son un deleite visual para locales y visitantes, sino también un testimonio vivo de la fortaleza de nuestras raíces y de la capacidad de una nación para honrar a sus ancestros mediante el arte, la música y la convivencia.
El desfile de catrinas se ha convertido en un símbolo de identidad que trasciende fronteras, uniendo generaciones a través de la memoria y recordándonos que la tradición es también un espacio de encuentro. En cada paso, en cada canto y en cada vestimenta elaborada se refleja el esfuerzo comunitario y el orgullo de ser parte de una historia que nunca deja de renovarse.
Pero más allá de estas fiestas que nos llenan de color y nostalgia, hay una celebración que se lleva todas las miradas y que sigue siendo la más esperada del año: la Navidad. Con ella llegan las tradicionales posadas, con sus rezos, cantos y peticiones de posada, las colaciones que despiertan sonrisas y por supuesto, la piñata que reúne a niños y adultos en un momento de alegría compartida. Estas reuniones, cargadas de simbolismo y fraternidad, representan mucho más que una costumbre: son una manera de fortalecer la unión entre familias, amigos y compañeros de trabajo.
Es precisamente en este contexto que diversas instituciones y empresas se suman para mantener viva la tradición, ofreciendo espacios donde la convivencia puede florecer. El Rosarito Beach Hotel, reconocido por su participación en eventos culturales como el desfile de catrinas, ya prepara sus salones para recibir a quienes deseen organizar sus posadas, garantizando disponibilidad y un ambiente festivo acorde con la temporada. Con ello, no solo ofrece hospitalidad, sino también la oportunidad de vivir nuestras costumbres en un entorno que inspira unidad y celebración.
La transición del Día de Muertos hacia la Navidad refleja, en suma, la riqueza cultural de México: un país que honra con respeto a quienes ya partieron y al mismo tiempo, se abre con esperanza a compartir la vida con quienes nos rodean. Tradiciones como estas son un faro de identidad que nos recuerda que lo más valioso de cada fiesta no está en los adornos ni en los manjares, sino en la dicha de reunirnos, celebrar y mantener vivo el espíritu comunitario.