El alcalde Ismael Burgueño Ruiz presentó su informe de gobierno con el entusiasmo de quien se cree su propio cuento. Cifras, gráficas y sonrisas llenaron el escenario, pero la realidad no cuadró. La presidenta del PAN Tijuana, Rosalba López Regalado, lo dijo claro: “algo no cuadra” y no es percepción, es evidencia.
Burgueño presume una ciudad limpia, segura y ordenada, mientras los tijuanenses esquivan baches, soportan montones de basura y viven con miedo de salir de noche. Dice haber instalado 30 mil luminarias, pero su propio documento oficial reporta menos de 300. Asegura haber abierto 327 rutas nuevas de transporte, aunque solo 17 están registradas. La diferencia no es aritmética, es moral.
López Regalado recordó además que el gobierno municipal ha invertido más de 400 millones de pesos en el malecón, una obra que sigue sin concluir y cuya opacidad huele a desvío. Burgueño repite que la transformación avanza, pero los tijuanenses siguen esperando la pavimentación prometida y los servicios básicos que no llegan.
El alcalde habla de logros, pero la inseguridad sigue marcando récords. Más de 900 homicidios en lo que va del año. Feminicidios, balaceras, extorsiones y desapariciones, mientras el presidente municipal reparte patrullas para la foto. Lo suyo no es gobernar, es producir propaganda.
Tijuana necesita resultados, no discursos. Necesita liderazgo, no excusas. Burgueño prefiere tapar los baches con lonas de publicidad y maquillar la miseria con cifras infladas. Pero la realidad es tozuda: la ciudad está abandonada y los tijuanenses lo saben.
La pregunta no es si algo no cuadra. Es cuánto más podrá sostenerse un gobierno basado en el maquillaje.
