TIJUANA BC.- Según la presidenta Claudia Sheinbaum, el Viaducto Elevado Aeropuerto–Playas de Tijuana estará listo en diciembre de este año, pero a juzgar por el ritmo de la obra, más parece que el corte de listón se celebrará en diciembre de 2030, si acaso.
El megaproyecto, construido por la SEDENA, promete ser una de las obras de infraestructura más grandes del país: 11 kilómetros de vialidad que conectarán el aeropuerto con el Cañón del Matadero, justo antes de llegar a Playas de Tijuana. Sobre el papel, el avance es del 90%, en el terreno los tijuanenses saben que ese porcentaje suena más a estadística electoral que a realidad física.
La zona entre la Garita Internacional de San Ysidro y las colonias de la Libertad Parte Alta luce más como campo de batalla urbano que como corredor de desarrollo. Familias enteras fueron reubicadas por la fuerza del progreso, expropiadas con promesas de apoyo que (como suele ocurrir) no todos han recibido. El gobierno asegura que hubo “acuerdos y compensaciones”, pero en Tijuana la palabra oficial tiene la credibilidad de un presupuesto sin auditoría.
El Viaducto se construye al borde del muro fronterizo, una metáfora perfecta: México levanta estructuras costosas para llegar a tiempo a ningún lado. Mientras tanto, el tráfico sigue colapsado, los accesos al aeropuerto saturados y la ciudad convertida en un embudo permanente.
Cada sexenio trae su gran obra y cada una se convierte en un monumento al retraso. Si la presidenta dice que estará lista en diciembre, quizá olvida aclarar de qué año.

