TIJUANA, B.C..— Mientras el Ayuntamiento de Tijuana presume en redes sociales sus “grandes resultados en materia de seguridad”, los tijuanenses siguen despertando con la misma noticia de siempre: otro cuerpo, otra víctima, otra promesa incumplida.
Este lunes, la violencia volvió a dar su propio informe (sin gráficos, sin hashtags, sin discursos) con el hallazgo de un cuerpo envuelto en un colchón en la colonia Residencial Santa Fe III, sobre la avenida Florencia, entre las privadas Venecia y Montecristo.
De acuerdo con el reporte oficial, el cadáver estaba atado con un cable negro dentro del colchón, abandonado en un lote baldío. Hasta el momento, las autoridades no han confirmado el sexo ni la edad de la víctima, ni tampoco se reportan detenciones (que raro), el caso quedó en manos de la Fiscalía General del Estado, que abrió otra carpeta por homicidio doloso.
Paradójicamente, mientras este crimen se reportaba, el gobierno municipal difundía con bombo y platillo su “balance semanal de resultados” de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana Municipal (SSPCM), según su propia versión, del 13 al 19 de octubre se detuvieron 238 personas, se decomisaron más de mil dosis de droga y 33 vehículos, además de 12 armas cortas y una larga. Todo, claro, presentado como muestra del “compromiso con la tranquilidad de los tijuanenses”.
Pero la realidad golpea con fuerza: los números del boletín contrastan con las calles, donde los homicidios, los robos y las desapariciones continúan siendo parte del paisaje cotidiano. Las cifras oficiales pueden lucir muy bien en un gráfico, pero no sirven de consuelo para quienes viven entre balaceras, extorsiones o cadáveres envueltos en colchones.
Mientras el alcalde Ismael Burgueño y su secretario de seguridad José Alejandro Avilés Amezcua se felicitan mutuamente en sus redes por el “trabajo coordinado”, la percepción ciudadana va por otro rumbo. En colonias como Santa Fe, Camino Verde, Mariano Matamoros o Sánchez Taboada, la gente ya no pregunta si hubo muertos, sino cuántos.
El hallazgo de este lunes no es un hecho aislado, sino parte de una cadena de violencia que el gobierno municipal intenta ocultar bajo comunicados optimistas. No hay operativo, ni “mesa de seguridad”, ni infografía con colores bonitos que tape lo evidente: Tijuana sigue siendo una de las ciudades más violentas del país.
Mientras la autoridad celebra “resultados positivos”, la calle sigue contando cadáveres.
