Playas de Rosarito, B.C., 30 de octubre de 2025. —
El Centro de Convenciones de Playas de Rosarito vuelve a ser noticia, pero no por algún evento internacional ni por un congreso turístico, sino por un presunto robo de 2.5 millones de pesos. Un “descuido” que parece salido de una película de enredos administrativos… con dinero público como protagonista.
De acuerdo con información oficial, el dinero habría sido sustraído mediante el uso de tokens —esos dispositivos de seguridad utilizados para operaciones electrónicas— lo que deja en evidencia no sólo la vulnerabilidad tecnológica del recinto, sino también la poca supervisión en el manejo de los recursos.
El Secretario General de Gobierno, Alfredo Álvarez Cárdenas, confirmó el hecho e informó que la Secretaría de Turismo del Estado, encargada del inmueble, fue quien dio aviso tras detectar la desaparición de los fondos durante una revisión rutinaria. En buen español: se dieron cuenta tarde.
“Una vez que se tuvo conocimiento de la posible sustracción, se dio aviso inmediato a la Fiscalía General del Estado y a la Secretaría de Seguridad Ciudadana”, explicó Álvarez, quien prometió una investigación “con toda transparencia”. Una frase que, en Baja California, suele ser sinónimo de “espérenlo sentados”.
Fuentes cercanas al caso revelaron que el supuesto robo habría ocurrido el domingo pasado, aunque las autoridades fueron notificadas hasta el martes, lo que abrió una ventana de 48 horas ideal para borrar rastros, mover papeles o reiniciar computadoras.
Hasta ahora no se sabe si el dinero desapareció digitalmente o si alguien, con la vieja técnica del sobre bajo el brazo, se llevó el efectivo. Lo único claro es que la Secretaría de Turismo colabora con la Fiscalía General del Estado, mientras el gobierno estatal intenta contener el escándalo apelando a la “rendición de cuentas”.
El Centro de Convenciones, considerado un punto clave para el turismo y los negocios en la región, acumula más de un dolor de cabeza administrativo desde que pasó a manos estatales. Lo que debía ser un símbolo de desarrollo, hoy huele más a oficina sin control.
Así, Rosarito suma otro episodio a la larga lista de misterios financieros de la administración estatal. En esta historia, ni el dinero ni los responsables aparecen. Pero eso sí: el discurso de “transparencia” sigue brillando… justo donde el dinero se apagó.

