En política los silencios suelen pesar más que los discursos y en el caso de Jesús Alejandro Ruiz Uribe, ex súper delegado del Bienestar en Baja California, el silencio que rodea su futuro político empieza a sonar demasiado fuerte.
Primero vino su renuncia inesperada al cargo federal, un movimiento que encendió las especulaciones sobre una posible candidatura a la gubernatura, después el 25 de septiembre, la encuestadora “RUBRUM” (quien viene haciendo mediciones desde hace tiempo) publicó sus mediciones y sorpresa: su nombre ni siquiera apareció en la lista, ni como relleno, ni como “otros”, nada.
Al día siguiente, Ruiz Uribe trató de levantar la mano en redes sociales, con un video anunciaba que iba rumbo a Mexicali al informe de la Dra. Claudia Sheinbaum, pero lo que siguió fue todavía más revelador: en el evento no hubo fotos de él, mucho menos alguna imagen compartiendo espacio con la mandataria, simplemente no se vio estuvo o peor: estuvo, pero nadie lo quiso ver.
La duda inevitable es si Ruiz Uribe ya quedó fuera de la contienda por la gubernatura, o si desde arriba le pasaron la instrucción más cruel de la política mexicana: “tranquilo, guarda perfil bajo, lo tuyo viene después”. En cualquier caso, la opacidad y el desaire pintan mal para quien aspiraba a ser protagonista.
Mientras tanto, otro episodio contrasta con su “invisibilidad”: Ismael Burgueño, actual alcalde de Tijuana, no tuvo asiento privilegiado, estuvo detrás de las vallas, pero logró lo que Ruiz Uribe no: una foto efusiva con la mandataria. En política, a veces una imagen dice más que mil palabras y el que se mueve… no sale en la foto.Ruiz Uribe puede seguir transmitiendo videos desde la carretera, pero si el proyecto político no tiene reflejo en encuestas, en eventos ni en respaldos visibles, se corre el riesgo de volverse lo peor que puede ser un aspirante en Morena: irrelevante.
