Por tercer mes consecutivo, Baja California ocupa el último lugar en el ranking nacional de aprobación de gobernadores elaborado por México Elige, la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda aparece con apenas 26.4% de respaldo ciudadano, muy por debajo de estados como Querétaro, Coahuila y Chihuahua, cuyos mandatarios superan el 65%.
La diferencia es abismal: mientras en otras entidades los ejecutivos estatales presumen avances en seguridad, desarrollo económico o programas sociales, en Baja California la percepción ciudadana es de estancamiento y abandono.
Los bajacalifornianos cargan con una lista de problemas sin resolver: la inseguridad mantiene a Tijuana y Mexicali en los rankings de ciudades más violentas del mundo; el transporte público es deficiente, caro y peligroso; los baches y la falta de recolección de basura se han normalizado en la vida urbana; y el sistema de salud arrastra carencias de medicamentos, insumos y personal.
A pesar de este escenario, la administración de Marina del Pilar insiste en que la “transformación” avanza. En redes sociales y espectaculares abundan mensajes de optimismo, pero la encuesta muestra una realidad distinta: tres de cada cuatro bajacalifornianos desaprueban a su gobernadora.
La estrategia de comunicación parece no alcanzar para tapar el desgaste político. La narrativa oficial culpa a factores externos o a críticas de la oposición, pero los números reflejan un malestar que viene de la calle, la ciudadanía percibe un gobierno más preocupado por la imagen que por resolver los problemas de fondo.
Con apenas cuatro años de administración, la gobernadora enfrenta un panorama complicado: su aprobación no solo es baja, sino que se mantiene estancada en el último lugar. La pregunta es si logrará revertir esta tendencia o si Baja California seguirá, mes tras mes, encabezando la lista negra de los estados peor gobernados del país.