La mañana de este lunes, un camión cementero terminó volcado sobre el bulevar 2000, a la altura de la colonia Refugio. El incidente, que afortunadamente no dejó víctimas graves, volvió a evidenciar lo que los automovilistas saben desde hace años: esta vialidad es una trampa mortal que combina mal diseño, exceso de carga y nula supervisión.
El vehículo quedó atravesado bajo el puente que conecta con la carretera libre Tijuana-Tecate, en dirección hacia Otay. El conductor, un hombre de unos 30 años, fue atendido por paramédicos y se reporta estable. Elementos del Cuerpo de Bomberos acudieron para controlar el derrame de aceite y evitar un incendio, mientras dos grúas trabajaron por horas para retirar la pesada unidad. El tráfico, como siempre, se volvió un caos.
Cada accidente sobre el bulevar 2000 repite el mismo guion: cierres parciales, colas kilométricas y un gobierno municipal que promete estudios y mejoras viales que nunca llegan. El problema no es la casualidad ni la suerte. Es una vía saturada, mal planeada, sin mantenimiento y con patrullas que brillan por su ausencia.
El secretario de Movilidad y el de Seguridad Pública reparten culpas entre el transporte pesado y los conductores, pero la verdad es que la autoridad no previene, solo reacciona. Los accidentes ya no sorprenden, indignan.
Mientras tanto, los tijuanenses siguen pagando las consecuencias de una infraestructura que se cae a pedazos y de un Ayuntamiento que prefiere presumir proyectos virtuales antes que reparar los reales.

