Los rumores del supuesto divorcio entre la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda y su esposo, Carlos Torres Torres, cada día se intensifican más, a decir de las publicaciones de AFN Noticias, ese rumor ya comienza a consolidarse y pronto será oficial.
Aunque públicamente se habla de una separación “en buenos términos” y con la intención de proteger a la familia, lo cierto es que las especulaciones crecen sin freno. Muchos recuerdan que hace apenas unos años presumían su matrimonio como ejemplo de fortaleza y respaldo mutuo, pero ahora surgen las preguntas: ¿que no mucho amor?, ¿que no mucho respaldo?, ¿que no él no hizo nada malo?, ¿que eran tecnicismos los señalamientos? Entonces, cuestionan voces críticas, ¿por qué la renuncia de Torres a sus cargos y ahora la inminente ruptura matrimonial?
Marina y Carlos contrajeron matrimonio en septiembre de 2019, justo antes de que ella asumiera el cargo como alcaldesa de Mexicali, desde entonces, él se mantuvo en posiciones clave dentro de proyectos estatales y municipales, convirtiéndose en una figura con peso político. Sin embargo, hace unos meses renunció a sus cargos honorarios en medio de un ambiente de polarización y fuertes críticas públicas. Poco después trascendió que tanto él como la gobernadora perdieron sus visas estadounidenses, situación que despertó más suspicacias sobre presiones diplomáticas y posibles investigaciones.
En el terreno político circula la versión de que la separación podría ser más que un asunto personal, se rumora que si Marina del Pilar buscaba blindaje y respaldo desde la cúpula en Palacio Nacional, debía ofrecer como “moneda de cambio” su matrimonio con Torres Torres. Otros sugieren que la verdadera causa radica en que “la repartición no fue equitativa” y que el divorcio responde a tensiones internas que van más allá de lo privado.
Al final, la línea entre lo íntimo y lo político se desvanece. La salida de Carlos Torres de la vida de la gobernadora no solo representa un quiebre familiar, sino que inevitablemente traerá consecuencias en la arena pública. En Baja California, nada ocurre al margen de la política, y menos cuando se trata de la pareja más visible del estado.