Apenas hace unas horas hablábamos del contraste grotesco entre los anuncios oficiales de “refuerzos” y la realidad que se impone a plomo en las calles de Tijuana, pues bien la ciudad no esperó mucho para recordarnos que aquí la violencia no descansa, el Secretario de Seguridad parece estar dormir a pierna suelta y con el aire acondicionado prendido.
Esta noche cerramos con otros dos episodios que confirman que el discurso de José Alejandro Avilés Amezcua es pura utilería. En la colonia 3 de Octubre, un hombre fue ejecutado dentro de un parque público, testigos hablan de tres sujetos vestidos de negro que escaparon sin mayor complicación, mientras la autoridad llegaba minutos después solo a recoger casquillos.
En paralelo, en Maclovio Rojas, apareció un cuerpo arrojado desde una camioneta, envuelto en plástico, atado con cables y acompañado de una cartulina de amenazas, una postal directa del crimen organizado que se repite con la misma impunidad de siempre.
¿Dónde quedaron los flamantes 53 policías recién incorporados? ¿Y los 90 elementos del Ejército enviados “estratégicamente” para blindar la ciudad? Tijuana sigue sangrando al mismo ritmo mientras el gobierno local insiste en la narrativa de que los refuerzos traerán calma. La evidencia grita lo contrario.
El Secretario de Seguridad parece más preocupado por cuidar su libreto que por cuidar a Tijuana, porque mientras él presume en conferencias y sonríe para la foto, las colonias se convierten en cementerios improvisados.
El día termina con dos muertos más, dos escenas de horror y la misma pregunta de siempre: ¿qué espera Avilés Amezcua para ponerse a trabajar en serio, más allá de las fanfarrias mediáticas?
