Tijuana B.C..- Con música, pancartas y un operativo de logística digno de festival, la senadora morenista Julieta Ramírez Padilla rindió su primer informe de actividades ante un estadio lleno… aunque no necesariamente de ciudadanos interesados en escucharla.
De acuerdo con asistentes y reportes en redes sociales, más de 130 camiones fueron utilizados para trasladar personas de distintos puntos de Tijuanas hacia el estadio de los Zonkeys, donde se llevó a cabo el evento. A las afueras del recinto, se observaban decenas de unidades estacionadas con mantas que dejaban poco espacio a la duda: la movilización fue organizada.
Mientras el discurso oficial hablaba de “rendición de cuentas y cercanía con el pueblo”, el ambiente dentro del estadio parecía más un acto de campaña anticipado que un ejercicio de transparencia. Con banderas, porras y camisetas personalizadas, los asistentes coreaban el nombre de la senadora bajo la batuta de animadores y música de fondo.
Ramírez, una de las figuras más jóvenes y mediáticas de Morena en Baja California, presumió “resultados históricos en beneficio del pueblo”, mencionando gestiones para becas, programas sociales y reformas federales impulsadas por su bancada. Lo que no mencionó fue el costo de la movilización ni la procedencia de los recursos logísticos que hicieron posible llenar el estadio.
Varios usuarios en redes sociales ironizaron sobre el evento, señalando que el verdadero logro fue “coordinar tantos camiones en plena crisis de transporte público”. Otros apuntaron que, mientras se destinan recursos y personal para llenar gradas, la ciudad enfrenta problemas reales como inseguridad, baches y falta de agua.
El informe también contó con la presencia de funcionarios locales y simpatizantes del gobierno estatal, lo que refuerza la percepción de que el acto fue menos un ejercicio ciudadano y más un ensayo político rumbo a las elecciones de 2027.
A la salida, los camiones esperaban pacientes a los “asistentes”, algunos con lonches en mano y otros preguntando a qué colonia serían regresados.
Porque en Tijuana, parece que la transformación también necesita transporte. Y si el aplauso no llega solo, siempre habrá un camión que lo acerque.

