Tecate BC. – Tecate tuvo anoche su propia “Noche Mágica”, no porque las calles estén más limpias o porque los ciudadanos se sientan más seguros, sino porque el alcalde Román Cota Muñoz presentó su primer informe de gobierno, hubo luces, discursos y la presencia de personajes de política entre ellos la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda, quien, como siempre, repitió el mantra de “Unidad y Transformación”.
Cota se lució con cifras que parecen sacadas de un manual de propaganda, la más llamativa: un 97 % de mejora en la recolección de basura, un número redondo y perfecto, casi de fantasía, el problema es que basta recorrer las colonias para comprobar que la realidad no huele igual que las gráficas del informe.
También presumió el cierre del centro de transferencia en la Guajardo y la apertura de otro en Paso del Águila, se vendió como avance histórico, Aunque la sindicatura siga siendo la zona menos resguardada, es decir se inauguran obras, pero sin orden ni vigilancia, en sus dependencias más sensibles.
En materia de infraestructura, se habló de 70 mil metros cuadrados de reencarpetado, “el programa más grande en una década”, de nuevo buena cifra para aplaudir, pero sin lista pública de calles ni transparencia sobre la inversión.
En seguridad, el alcalde aseguró que los delitos bajaron un 30 % (que le pregunten a la sindico que opina al respecto) gracias a la nueva policía municipal, uniformes nuevos y 15 patrullas, una cifra bonita, aunque jamás aclaró qué delitos bajaron ni de dónde salió el dato. Afuera del teatro, la percepción de los ciudadanos sigue siendo la misma: miedo, desconfianza e inseguridad.
Para cerrar el show, Cota habló de 50 mil tecatenses beneficiados con programas sociales, otra cifra de impacto, pero sin desglose de recursos, criterios de selección o auditorías, simplemente datos al aire, palabras que se las lleva viento.
En resumen, el informe fue un espectáculo lleno de luces y frases triunfalistas, Tecate sin embargo, sigue lidiando con basura en las calles, inseguridad en los barrios (y oficinas públicas) y un gobierno más preocupado por las apariencias que por los resultados.
Porque las noches mágicas duran unas horas, pero los problemas siguen ahí al día siguiente.
