A perfect balance of exhilarating flexiblity and the effortless simplicity of the Code Supply Co. WordPress themes.

Noticias Reales
Search Menu
Search

“Uptown: la modernidad que atropella colonias”

“En Baja California el desarrollo urbano tiene brújula, pero siempre apunta al bolsillo equivocado.”

LA secretariA de Desarrollo Territorial, Urbano y Ambiental; Arq. Virginia Alejandra Vargas González, parece haber entendido rápido las reglas no escritas del cargo: cuando se trata de permisos de construcción, los intereses personales pesan más que la tranquilidad de los vecinos. El caso de Villa Colonial lo confirma.

Los residentes compraron casas bajo la promesa de vivir en una calle cerrada, con el atractivo de una zona tranquila, años después descubren que esa “privacidad” puede abrirse de un plumazo con una rampa de acceso a un complejo multifamiliar bautizado con el nombre de “Uptown”, el progreso, dicen las constructoras, el caos vial, responden los colonos.

Carolina Cabrera lo resume sin rodeos: su calle no fue diseñada para soportar decenas de carros extras, hoy ya se convierte en un cuello de botella, mañana será un embudo de fricciones. En Tijuana los fraccionamientos se venden como burbujas exclusivas, pero en la práctica terminan absorbidos por la especulación urbana que todo lo devora.

El Ayuntamiento promete escuchar a los vecinos, aunque la experiencia dicta que esas reuniones suelen ser terapia política más que soluciones reales. La obra ya avanza, la rampa se levanta y los niños que antes jugaban en la calle pronto tendrán que compartir con camionetas y Uber Eats buscando estacionamiento.

Lo más grotesco es la narrativa oficial, se culpaba a los funcionarios anteriores por irregularidades en permisos de construcción, ahora resulta que la nueva administración repite la historia con idéntico libreto. La diferencia es mínima: cambian los apellidos en las oficinas, se reciclan las excusas, la factura la pagan los ciudadanos.

La disputa en Villa Colonial no es un simple pleito vecinal, es el retrato de una ciudad administrada a trompicones, donde las decisiones urbanas se negocian en escritorios opacos, mientras la ciudadanía juega al detective para entender por qué su calle amaneció convertida en acceso principal de un megaproyecto.

En Tijuana, la modernidad se construye con cemento barato, permisos dudosos y la certeza de que al vecino indignado se le escucha solo lo necesario para apagar el incendio.

Total
0
Shares
Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *