BAJA CALIFORNIA .-En política, los reencuentros nunca son casuales. La reunión entre Marina del Pilar Ávila y Fernando Castro Trenti es la mejor muestra de cómo la llamada Cuarta Transformación en Baja California ya perdió el pudor y abraza sin reservas a los personajes del pasado que antes juraba desterrar.
Castro Trenti, un viejo conocido del sistema priista, exembajador, exsenador y eterno operador del poder, reaparece sonriente junto a la gobernadora para “dialogar sobre los proyectos que impulsan la transformación”. La foto, publicada en redes por ambos, es más que un simple gesto institucional, es el símbolo de una alianza pragmática donde el discurso del cambio se acomoda al reciclaje político de siempre.
Lo irónico es que, mientras Marina presume “consolidar la 4T”, recurre a los mismos cuadros de los gobiernos que Morena prometió superar. Castro Trenti fue parte del aparato que durante décadas moldeó la vieja política bajacaliforniana: acuerdos en lo oscuro, estructuras clientelares y lealtades que se compran, no se construyen.
Para una gobernadora envuelta en polémicas, desde el escándalo de los desayunos escolares hasta la pérdida de su visa y el proceso de divorcio, la foto con Castro Trenti parece más un intento de blindarse políticamente que de servir al estado. Pero la imagen también revela algo más profundo: Morena ya no sabe dónde termina su movimiento y dónde empieza el reciclaje del sistema.
Marina del Pilar habla de “transformación”, aunque cada día se rodea más de quienes representan justo lo contrario.